Quien es quien cada quien NOR, NORI, NORK (IV). Del juicio del profesor José Mª Sánchez Prieto a la guerra entre navarros.

Quien es quien cada quien NOR, NORI, NORK (IV). Del juicio del profesor José Mª Sánchez Prieto a la guerra entre navarros.:

Del juicio del profesor José Mª Sánchez Prieto a la guerra entre navarros. Pedro Esarte Munian&lt

Pello Esarte Munian, historiador y autor de una infinidad de libros sobre la Historia de nuestro pueblo.
Pello Esarte Munian, historiador y autor de una infinidad de libros sobre la Historia de nuestro pueblo.
a) Ante el ilustrado profesor de la UPPN, don Juan Mª Sánchez Prieto
El análisis de todos los autores que han pasado por las universidades navarras sobre agramonteses y beamonteses, es prácticamente similar en todos ellos. Y nada más lejos de mi el verlo como natural, sino como resultado de una educación recibida, que no es enseñanza. Y es que el Estado mantiene el control de las universidades, no como una de las patas de la mesa, sino como uno de los poderes del Estado.
La universidad es el tronco del que surgen los servidores del Estado que proclamando su saber, establecen la fijeza del sistema como posición propia para ejercer por merecimientos de sumisión educativa para la jerarquización gremial del individuo.
Ya he escrito en alguna ocasión, que no veo a los catedráticos que han obtenido su doctorado con las teorías usadas durante el franquismo, aprobando tesis que las contradigan. Los casos son tan recientes como para que los doctorados actuales pertenezcan a aquella hornada, como lejanos que cuando nos los plantearnos, hablamos del siglo pasado.
No voy a presentar ejemplos concretos (que sí los hay), pero sí decir que si se dieron algunos que rompían esquemas en las décadas de los 70-80. No hace falta acudir a ejemplos, en tanto no haya debate. Hoy hemos vuelto a la rutina de la comodidad del aplauso de quien gobierna, una vez reformado lo justo, para que nada cambie.
Que nadie espere que el libro que escribí sobre la conquista, se enseñe en las universidades navarras. Ni siquiera que se debata. Sería un foco de luz entre tanta bazofia rutinaria como se enseña. Resulta más práctico al “stableciment”, tener preparado el discurso del lenguaje no comprometido en previsión de un mensaje de cierre de filas, ante cualquier coyuntura que lo amenace.
Escribí dicho libro sobre la conquista el año 2001, con 2.641 referencias y 912 páginas. Ninguna de ellas ha tenido valor para ser recogida por profesores de la Universidad, hasta el presente año en que he visto la primera. Al contrario ha sido citado en desprestigio por diversos autores de cátedra de universidades varias. La última la del profesor de la Universidad Pública de Navarra, Juan María Sánchez Prieto, que ya me había citado anteriormente sin aportar un solo dato, sino en forma de crítica.
Expondré la última. En un capítulo titulado “A vueltas sobre la legitimidad de la conquista: Esarte y Monteano, deduce Sánchez Prieto que El argumento ha sido explotado por el nacionalismo cismático veinte años después del Amejoramiento, en los albores del siglo XXI, reaccionando contra el actual estatus de Navarra surgido de la transición. Obras como las de Pedro Esarte y Peio Monteano sobre la Navarra de entre 1512-1529-30 –mucho más pulido, comedido y novedoso al menos en la abundante documentación revisada el segundo trabajo que el prìmero- han pretendido recuperar la memoria de la conquista y el debate de la legitimidad de la misma subrayando el carácter violento del hecho: …”.1
El señor Sánchez Prieto, ignora u oculta, que las citas de Monteano van incrustadas y revueltas de forma farragosa, cuando las mías van separadas y detalladas con secretario, año, tribunal, etc..
El señor Sánchez Prieto, profesor de la UPPN, ignora u oculta, que el libro de Monteano repite multitud de citas mías sin mencionar ninguna. Y que eso lo hace con muy poca ética.
El señor Monteano, que participó en la Reordenación del AGN, publicó el libro antes de la culminación de dicho proceso, del que él fue parte como Técnico Superior en el mismo. Y no lo hizo con la nomenclatura anterior, sino con la futura, antes de que concluyera la reordenación y ésta estuviera lista para ser usada por el público.
El señor Monteano aplicó la nueva nomenclatura, sin advertir en su libro el cambio realizado, ni mucho menos, de aquellas que repetían mis citas. Así que muchas de las que publica en su libro, con mayoría en Procesos, no son “novedosas”, sino que ya las había puesto el suscribiente el año 2001 en su libro con la nomenclatura anterior, esa que los “reordenadores” del AGN, entre ellos el señor Monteano, cambiaron al tiempo de que éste escribía su libro.
Para concluir, invito al señor Sánchez Prieto a que contraste las citas de la nueva nomenclatutra del AGN (sobre Procesos y sobre Papeles Rena) con las antiguas, para que compruebe la cantidad de las que repite el señor Monteano de las mías. Se va a llevar una gran sorpresa, pues se repiten con una abundancia inusual, y demuestran que el citado libro de Monteano, de novedoso = NADA.
En cuanto a sus demás comentarios, son claros, pues dejan al descubierto la ideología de Sánchez Prieto, que limita los hechos a la legitimidad de la época, defendiendo la legalidad actual en consecuencia. Y en mi caso concreto, no soy nacionalista cismático sino independentista convencido frente a la postergación de la España del siglo XVI, y cuya estructura política se sigue imponiendo hoy, ya viviendo en el siglo XXI.
b) La guerra de Navarra
He mencionado la palabra bazofia como aplicable a materias que se enseñan en la universidad. Y es que la estructura de que se componen las universidades españolas, han de ser retractarias a cambios que se salgan de las normas que las amarran al poder público. Así, que si al poder público le interesa que lo ocurrido en Navarra, se entienda como una “guerra entre navarros”, es difícil, prácticamente imposible, que nadie en el campo universitario, oponga una confrontación sobre el tema. Mucho más alejado aún e impensable, que pueda aspirarse a que se publique una tesis que contradiga la versión oficial.
La similitud de mensajes viene programándose desde que ocurrieron los hechos de la conquista; había que ocultar que ésta no tuvo otro motivo que ejercer el dominio por un rey que inició la formación de un imperio, a costa de la opresión sobre sus habitantes, y que, para ello en Navarra, el invasor asumió el papel de árbitro en todas las jurisdicciones.
Los hechos, de hace 500 años o en la actualidad, no cambian sus motivos. Su motivación se explica en el objetivo. Dado que el arbitraje, convertía al que lo ejercía en el dueño de imponer las normas, el control de la información se ejerció en todas las épocas. En el presente siglo, se utilizó en justificación de la guerra de 1936 a favor del mismo responsable.
Doussinague (1946) fue conciso: «Navarra, con su interna división antes señalada y sus dos partidos, fran­cés el uno y español el otro, no podía subsistir: tenía que ser necesaria­mente francesa o española, sobre todo reinando en Francia Luis XII, cuya ambición de conquistas territoriales había dado lugar a tantas guerras y cuyo deseo de adueñarse de los destinos de Navarra era evidente. En estas condiciones no podía pensar Fernando V un solo momento en la posibilidad de que Francia viniera a asomar su frontera con España a las aguas del Ebro, constituyendo así una cuña clavada en la carne española. Navarra tenía necesariamente que ser española políticamente, como lo era ya su pueblo, su sangre, su lengua, su situación, sus costumbres y su vida toda. Por lo tanto, tenía que pensar Fernando V en la incorporación de Navarra a su Corona»,2 pero no novedoso.
Como es habitual en la historiografía españolista, Martín Duque también utilizó la excusa de la tan manida guerra civil en Navarra para explicar la intervención castellana: “Había continuado el marasmo demográfico y económico, el deterioro de las rentas fiscales de la Coro­na y, sobre todo, el reparto discriminatorio de mercedes a los miembros de la alta nobleza, había acabado des­membrando el cuerpo social en dos facciones irreconci­liables que, ante los problemas sucesorios y la acción polí­tica de la monarquía, antepusieron sus intereses de clan o linaje a cualquier otro tipo de consideraciones”. Olvida este autor, que los clanes o linajes, hacían base y cumbre en las monarquías, y que la denominada “guerra civil” de Navarra, no existía en el momento de la invasión.
En el contexto del relato histórico, se repiten las mismas posiciones en la generalidad de los catedráticos, como si fueran normas. Titulares bien colocados y coincidentes ideológicamente, como Isabel Ostolaza, Mercedes Galán, Eloisa Ramírez, Floristán, etc., autores actuales en ejercicio académico, así como otros titulares de oficios públicos, se repiten en las mismas teorías.
Destaca las coincidencias que ocurren entre dos de ellos, el licenciado en Geografía e Historia, sociólogo, profesor doctorado y Técnico Superior del Archivo Real y General de Navarra Peio Monteano y el catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares (amén de otros títulos) Alfredo Floristán Imízcoz, que en algunos casos resulta total. Estiman que “Es mas adecuado hablar ampliamente de una “Guerra de Navarra 1512-1529”,3 que de una invasión, titular que incluso emplean ambos en sus titulares de publicaciones recientes sobre el citado tema.
Planteamiento que repite coincidicencias. Monteano, llega a denominar a las tropas que ocuparon Amaiur, como hispano-beamontesas, cuando el mismo hecho de que las tropas invasoras rondaran los 10.000, desmiente su nominación y las cifras que aporta. La misma forma de las estructuras militares de la época, lo contradicen.
Ambos son portadores teoricos de que la ocupación de Navarra por la invasión de 1512, fue una guerra navarra entre parcialidades, y niegan sentimiento de territorio, lo que resulta dorar una politización con manipulaciones fatuas y tergiversadas, cuando los datos de las tropas existen y son fácilmente contrastables.
La generosidad del rey Fernando según Monteano en “la guerra de Navarra”.
Monteano se considera a sí mismo como imparcial en el relato, expresando que el rey Fernando “Es generoso en sus amnistías y no hay una represión relevante, de hecho yo no he encontrado gente ejecutada … Fernando el católico, dentro de su esquema, que era incorporar Navarra a su ámbito político, intenta ser muy respetuoso con lo que era el reino … Fernando de Aragón se mostró condescendiente con el Reino y reparó la mayoría de los contrafueros …”. 4
Pero el silencio de Monteano sobre las masacres, saqueos y expolios cometidas por las tropas del católico en la Baja Navarra, choca con el relato infame e indignante que aplica a los defensores, tratados de bandas: “En los países mas cercanos a los dominios de los reyes navarro y francés –las tierras de Armikuze y Arberoa- los incidentes eran frecuentes. En esas comarcas campaban por sus respetos bandas de legitimistas navarros que asaltaban a mercaderes y viajeros e impedían que los oficiales del rey Fernando administraran justicia y cobraran los impuestos”.5
La empresa de la “Guerra de Navarra”
El embolado del poder que hoy usa disfrazado mediante titulares de la educación y se hostiga contra otras versiones, es el de “la Guerra de Navarra”, (cómo no; de enfrentamientos entre hermanos). Los libros editados estos años, se compaginan en titulares: “La guerra de Navarra 1512-1529” (Floristán 2009) con otro íntegro de “La guerra de Navarra 1512-1529” (Monteano 2010). El mas reciente de Ostolaza (2011), apologa a su vez al Falsario desde el título de “Fernando el católico y la empresa de Navarra”, siendo sus frases mas preferidas en el contexto del relato, “la guerra de Navarra” y la influencia de “los bandos agramonteses y beamonteses”.Todo para que pueda ser interpretado como una guerra existente en Navarra ente hermanos.
El objeto, es simplificar el conflicto a un enfrentamiento entre bandos, dando a lo ocurrido la visión de guerra civil motivándola como causa de la conquista posterior e incluso en su tiempo: “La enconada lucha entre los partida­rios del rey –los agramonteses– y los partidarios del príncipe –los lussinos o beau­monteses– continuará, no obstante, después de dirimido el pleito dinástico, impi­diendo la reconstrucción política del reino y contribuyendo decisivamente a su conquista a partir de 1512 …”.6
Nada más alejado de la realidad de una invasión realizada por un ejército extranjero, que fraguaba la ocupación del reino, desde muchas décadas antes. Pero la generalidad de autores que siguen la línea oficial, incurren en una anomalía total. Los documentos coetáneos no citan como causa, las diferencias entre agramonteses y beamonteses, ni los citan apenas con dichas nominaciones.
Los 3.000 beamonteses de la “gente de la tierra” que cuenta Monteano en 1516
Según Monteano, “Entre los días 20 y 23 de marzo, los capitanes y nobles beamonteses de la gente de la tierra como les llamaron los españoles, consiguieron reunir casi 3.000 infantes. Allí estaban como verdaderos señores de la guerra, los capitanes Donamaría, Ursua, Ozta y Ansa con un millar de soldados. Los señores de Esparza, Andueza, Sarria, Mendinueta, Guendulain, Orkoien, Ezperun, Beunza-Larrea, Ureta y Góngora junto a otros beamonteses … los navarros que consiguió movilizar el virrey eran muchos más que los que arrancaban con el mariscal. Y aún quedaban los que estaba reuniendo el conde de Lerín en Puente la Reina”.7 FASCINANTE.
De los citados, Donamaría, Mendinueta, Guendulain, Góngora y alguno más eran soldados de cuota formando parte de las tropas españolas. Los Ursua, Esparza, Ureta, Andueza, solían prestar los servicios con sus lacayos. A tenor de los pagos que les realizó Rena, podían rondar las dos docenas de hombres por cada uno de ellos, más preparados para acompañar a las tropas como guías, que para el uso de las armas.
El conde de Lerín se hallaba huido por las denuncias recibidas de que apoyaba el intento de recuperación de la libertad del reino. Su primo, el señor de Arazuri Francés de Beaumont, estuvo completamente involucrado, poniendo sus criados al servicio de correos entre los reyes y los comprometidos de la Ribera. Hace falta imaginación para calificar de 3.000 beamonteses movilizados por el virrey, cuando los presumibles jefes estaban comprometidos con la sublevación. Otras tantas barbaridades añadirá Peio sobre la toma de Amaiur. Pero es que la consigna colaboracionista, es tratar el tema de la ocupación de Navarra, como un enfrentamiento interior entre navarros.
El análisis de R, Vaquero aplicado al siglo XV (1992-1993)
Vaquero es una fiel sucesora ideológica de las tesis de Martín Duque. Sitúa a la monarquía como motor de estabilidad, y en la cuestión sucesoria; y perdida de la independencia navarra, como única solución: “En el siglo XV se había alcanzado una considerable estabilidad interior, con una maquinaria hábil y eficaz, … culminada con un grave proble­ma sucesorio en el seno de la propia monarquía … La escisión interna fue de tal calibre que sobrepasó con mucho la aparente causa de su estallido —la cues­tión dinástica—, porque estaba mediatizada, precisamente, por otras circuns­tancias más profundas, y provocó una quiebra que se extendió durante el resto de la centuria y hasta entrando el siglo XVI. La absoluta ingobernabili­dad del reino, a pesar de los ingentes esfuerzos y algunos logros parciales de Juan y Catalina —sobre todo—, se saldó con la incorporación de Navarra a una de las dos grandes potencias occidentales en litigio, que asfixiaban el peque­ño reino sin remedio”.8
Y la guerra civil como consecuencia
Leyendo a Monteano encontramos las motivaciones políticas que él niega: “La disputa dinástica surgida –entre Juan de Aragón y su hijo el príncipe de Viana- va a enfrentar a los dos bandos nobiliarios … cuya implantación explica el fraccionamiento del reino. La enconada lucha entre los partidarios del rey –los agramonteses- y los partidarios del príncipe –los lussinos o beamonteses- continuará no obstante, después de dirimido el pleito dinástico, impidiendo la reconstrucción política del reino y contribuyendo decisivamente a su conquista a partir de 1512 …la guerra permanente …las constantes guerras privadas entre linajes, el bandolerismo endémico que asola las fronteras navarras y a los conflictos que enfrentan las localidades navarras con aragonesas y castellanas … Fenómenos interrelacionados que suponen una guerra permanente que se interfiere cuando la situación deriva hacia las guerras abiertas …-que- desembocan en guerra civil y el bandolerismo fronterizo en saqueo militar”. La conquista pues, fue responsabilidad de los propios navarros.

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