ANV, el otro nacionalismo

Eduardo Renobables Historiador
ANV, el otro nacionalismo
Cuando debido a la decisión de ANV de concurrir a las próximas elecciones el veterano partido abertzale es actualidad, Eduardo Renobales, autor de «ANV, el otro nacionalismo", hace un recorrido histórico en el que aclara el origen y la aportación ideológica del mismo en los planos nacional y social.
Como abertzale y aficionado a la historia siempre me había llamado al atención el partido ANV, oscurecido habitualmente bajo la alargada sombra que proyectaba el PNV, al margen del cual parecía que nada existía en le marco de la patria vasca. Acción estaba en un discreto segundo plano que parecía indicar su irrelevancia, hasta que me pude dar cuenta de que el compromiso adquirido por tal formación excedía con mucho la recompensa pública que se le daba.
Hoy, a cuenta de la malhadada Ley de partidos Políticos que perturba sin desmayo la vida de nuestro país, ha resurgido una sigla histórica sobre la cual siguen proyectándose espacios de oscuridad e incomprensión. Y es que sobre Eusko Abertzale Ekintza-Acción Nacionalista Vasca (EAE-ANV) continúa siendo más lo que se ignora que lo que se sabe, lo que se distorsiona que lo se le reconoce.
Lo primero que se ha de saber sobre ANV es que nació un día de San Andrés (30 de noviembre) de 1930 en la calle Ronda de Bilbo, fruto del trabajo de un grupo de patriotas que querían entrar en el nuevo espacio republicano que se avecinaba con unos ropajes diferentes a los dictados en el JEL. Se reunían en un local del vespertino «La Tarde» ubicado en la calle Correo del mismo Casco Viejo. Allí estas personas (A. Ortueta, M. Aio, J.D. Arana, J.I.Arana, Urrengoetxea, Olivares Larrondo, Uribeetxebarria, Uria, Areitioaurtena, Basterra, Garate, Guimón...) elaboran lo que será conocido como Manifiesto de San Andrés, donde se plasma un compromiso para con Euskal Herria que reconocía: la personalidad propia, derecho a decidir libremente su futuro, aceptar a todos aquéllos que a su vez reconocieran el hecho diferencial vasco, favorecer la resolución de los problemas derivados del desigual reparto de la riqueza, en un marco de actuación donde primen los derechos individuales y colectivos en igualdad de condiciones y bajo parámetros democráticos.
El nacionalismo en esos momentos se halla dividido en dos facciones que rompieron en 1921: Comunión Nacionalista Vasca y Aberri. La ruptura se ocasionó por la divergente perspectiva que ambos sostenían sobre cómo conducir la lucha de liberación nacional. Comunión era una formación posibilista, moderada y proclive a entrar en acuerdos con España. Aberri, por el contrario, se manifestaba intransigentemente independentista y su máximo líder, Eli Gallastegi, se hallaba exiliado en México. Dentro de ambas formaciones había surgido una corriente de opinión ligada al diario «Euzkadi» (dirigido por Ortueta y J.I. Arana), para la cual el nacionalismo había perdido sus esencias durante la dictadura de Primo de Rivera y precisaba una modernización de cara al futuro que se avecinaba. Era preciso que el JEL (Jaungoikoa eta Lege zaharra) legado por Arana se dejara de lado y se separara la religión de la vida política y se sustituyera la reimplantación de los derechos históricos por la defensa del derecho de autodeterminación. El referente no sería ya el Pacto con la Corona, sino retomar el legado que representaba el Estado europeo de Nabarra, borrado del mapa por Fernando el Católico (1512-1524).
La mayoría de los dos EBB, sin embargo, prefería no entrar en temas peligrosos y se limitaban a intentar adecuarse a la nueva situación. En Bergara se celebra una asamblea de reunificación (16 de noviembre de 1930) carente de toda autocrítica sobre las diferencias del pasado. Al grupo renovador se le impide tomar la palabra, por lo que se ausenta de la asamblea y anuncia la creación de una nueva formación que defienda sus postulados. ANV no es una escisión del PNV. Nunca llega a entrar a formar parte del PNV reunificado. El día 1 de noviembre (dos semanas antes de la fusión) sale a la calle «Nacionalista», órgano difusor de ANV. En su primer número ya se anuncian el nombre y las propuestas de la próximamente naciente formación. La gente que se reunía en el Casco Viejo era consciente de lo que iba a ocurrir en Bergara y, a pesar de un último intento de concordia, sabían que su camino no seguía las directrices jelkides.
Qué aporta ANV al nacionalismo vasco y a Euskal Herria? Una auténtica revolución ideológica. Frente al JEL oponen el lema «Aberri ta askatasuna». Sustituyendo la pureza de sangre, la raza y el apellidismo, la idea de que se es vasco por decisión personal, por sentimiento y por ganas de trabajar por la libertad de la patria (no importa de dónde vienes, sino a dónde vamos). Al catolicismo contraponen la aconfesionalidad, la religión como sentimiento íntimo y personal. Disienten de una Iglesia como poder fáctico (¿qué decir ante esto si recordamos la actitud de la jerarquía eclesial ante el golpe del 18 de julio de 1936?)
Oponiéndose a la doctrina social de la Iglesia, que repudiaba la lucha de clases, ANV demanda una condena del capitalismo como fuente de todas las desigualdades y la petición de una justicia social que atemperara esas desigualdades. Frente a una Euskal Herria compartimentada en herrialdes históricos separados, y no pocas veces enfrentados, se propone una Euskal Herria unificada. Envolviéndolo todo en la acción democrática como método de trabajo y el euskera como lengua nacional. Y su eslogan más preciso «Patria libre con hombres libres». Eso fue ANV en su proclama fundacional. Su falta de un pleno desarrollo político-electoral se debe a errores tácticos propios y a una secular falta de medios económicos para sustentar su proyecto («Tierra Vasca» se tuvo que cerrar a causa del boicot al que fue sometido).
En 1936 su concepción social y económica giró aún de forma más visible hacia un socialismo no marxista, que tampoco pudo desarrollar porque dos semanas después se produce el golpe militar. Desde el primer momento los ekintzales (militantes de Acción) acuden a los frentes de Irun, Peñas de Aia, Oiartzun... para hacer frente -al lado de milicianos anarquistas, socialistas y comunistas- a las columnas de requetés que llegaban desde Leitza al mando del coronel Behorlegi. Eran los únicos nacionalistas (junto a un pequeño grupo de mendigoxales al mando de Mikel Alberdi). ANV estaba allí defendiendo la legalidad republicana, pero, especialmente, la democracia y la libertad de Euskal Herria. En primera línea siguieron sus cuatro batallones que soportaron el ser las unidades con más bajas en combate frente al enemigo (junto a la CNT), lo que da muestra del compromiso que mantenía ANV, un partido pequeño, sin excesivos recursos, pero cargado de voluntad a favor de la libertad. Su presencia en el Gobierno vasco y su compromiso tras la muerte de Franco con las posiciones de izquierdas y democráticas son el aval de Eusko Abertzale Ekintza-Acción Nacionalista Vasca.
Puede que después de leer este artículo todos conozcamos un poco mejor qué es ANV.